LA GEOLOGÍA LUNAR
La geología de la Luna ha sido objeto de estudio que ha revelado que los mares lunares son el resultado de impactos más recientes. Se formaron en una época posterior, en los últimos 3000 millones de años, cuando tras enfriarse, la corteza lunar era gruesa o ya inexistente. En la fase inicial, los impactos generaban cráteres, ya que la energía cinética se dispersaba a través de un primitivo manto fluido lunar, que ya no existe. Con el tiempo, a medida que la Luna se solidificó, el calor no pudo escapar, lo que llevó a la expansión y fusión de la corteza, formando los mares que observamos hoy.
Este nuevo enfoque en la geología lunar es fundamental para comprender la dinámica de la Tierra, que ha sido continuamente afectada por grandes impactos a lo largo de su historia. La investigación sugiere que la historia geológica de la Luna y la Tierra es mucho más activa y compleja de lo que se había pensado anteriormente.
La órbita de la Luna es el resultado de un complejo equilibrio gravitacional entre la Tierra y la Luna misma. Se ha determinado que la Luna se aleja de la Tierra a un ritmo de aproximadamente dos centímetros por año, un fenómeno que ha sido confirmado mediante telemetría láser.
La trayectoria lunar es elíptica y está inclinada en un ángulo de aproximadamente 5 grados respecto al plano de la eclíptica, lo que significa que su órbita no es perfectamente circular. Además, la Luna completa una órbita alrededor de la Tierra en aproximadamente 27.3 días, lo que se conoce como mes sideral. Sin embargo, debido al movimiento de la Tierra alrededor del Sol, el ciclo de fases de la Luna (desde luna nueva hasta luna llena y de regreso) dura aproximadamente 29.5 días, conocido como mes sinódico .
Este comportamiento orbital es crucial para comprender fenómenos como las mareas y los eclipses, que dependen de la posición relativa de la Tierra, la Luna y el Sol.
La libración de la Luna se refiere al movimiento oscilante que permite observar diferentes partes de su superficie desde la Tierra. Este fenómeno es causado por la inclinación de su eje de rotación y a la excentricidad de su órbita. Gracias a la libración, los observadores en la Tierra pueden ver hasta un 59% de la superficie lunar, aunque solo la mitad de ella está iluminada en un momento dado.
En cuanto a la forma de la Luna, esta es generalmente descrita como esférica, aunque no es un esferoide perfecto. Su forma presenta irregularidades debido a las variaciones en la topografía, como montañas y cráteres. La superficie lunar está marcada por un gran número de cráteres de impacto, así como por extensas llanuras conocidas como "mares", que son grandes basins formados por antiguos flujos de lava.
El hecho de que la Luna esté anclada o sincrónica en su rotación a la Tierra, implica que la semiesfera que presenta a la Tierra, la cara visible, tiene que ser más pesada y asimétrica que la cara oculta al desplazarse el centro de gravedad lunar hacia la Tierra. También, en el pasado, debió ser su manto algo más cálido y fluido, el más próximo a la Tierra, lo que pudo originar mayor probabilidad de formación de cráteres al contrario que la semiesfera oculta, que al enfriase antes formó más mares por los mismos impactos tal como se observa.
El origen de la Luna es un tema de debate y estudio en la comunidad científica. Una de las teorías más aceptadas es la del "gran impacto", que sugiere que la Luna se formó a partir de los escombros generados por un colosal choque entre la Tierra y un cuerpo del tamaño de Marte, conocido como Theia. Este evento habría ocurrido hace aproximadamente 4.5 mil millones de años, poco después de la formación del sistema solar.
La teoría sostiene que el impacto fue tan poderoso que parte de la corteza y el manto de la Tierra se desprendieron, formando un disco de material alrededor del planeta. Con el tiempo, este material se aglutinó y enfrió, dando lugar a la formación de la Luna. Este proceso también explicaría algunas similitudes en la composición isotópica entre la Tierra y la Luna, lo que sugiere un origen común .
Sin embargo, aún se están realizando investigaciones para comprender mejor los detalles de este proceso y otros posibles orígenes de nuestro satélite natural.
Muy recientemente, se plantea que la formación más probable de los astros es mayoritariamente binaria. No obstante, en los planetas puede resultar mucho más inestables los sistemas múltiples, si bien el paralelismo entre las direcciones de rotación y traslación indican formaciones bastante simultaneas.