ARTICULOS PARA DEBATE:

Dentro del conjunto de la obra “Síntesis del conocimiento 3, una alternativa a la tradición científica”, hemos reunido una serie de artículos sobre galaxias que presentan hipótesis alternativas al Big-bang. A primera vista, los planteamientos pueden parecer disparatados, pero gran parte del contenido es coherente a fenómenos observados muy discrepantes con los modelos cosmológicos más tradicionales.

Por otra parte, nuevos contenidos permiten nuevas discusiones. Otras fuentes de información ya se cuidan de repetir hasta la saciedad los mismos contenidos, aunque sean en realidad también simples teorías.

 

LAS GALAXIAS, AUTENTICOS UNIVERSOS EVOLUTIVOS DONDE LA MATERIA NACE CRECE Y MUERE

Si existe un denominador común a la evolución bastante bien conocida de las galaxias y de las estrellas es que ambas formaciones tienen tendencia a acrecer materia por efecto de la gravitación sobre el entorno y, al mismo tiempo, irradian energía por la fusión del hidrógeno y en mucha menor medida de otros elementos que componen gran parte de sus masas.

El proceso puede ser desde regular hasta paroxísmico. Existiendo límites de masas tanto para las estrellas, en general, inferior a un centenar de veces la masa del Sol, como para las galaxias; tamién, en general, un centenar de veces la masa de nuestra galaxia.

El hecho de que tanto las galaxias como las estrellas tengan límites de masa semejantes y, por tanto, tamaños no excesivamente diferenciados dentro de cada grupo, indica procesos físicos comunes independientes de su propia cronología.

La gravitación y la radiación son las interacciones dominantes en los grandes espacios. La gravitación tiende a concentrar o agrupar masas y la radiación a dispersarlas. Los ciclos de concentración de masas y dispersión energética pueden ser definidos como pulsaciones de la materia-energía del Universo; ya sean más accesibles a los niveles tecnológicos actuales, como los que suceden en las estrellas, y galaxias; como los meramente posibles: los supragalácticos  “big-bang”, globales o más probablemente de tipo local  que afecten a la formación de conglomerados de galaxias u otros imaginables...

La gravitación es la ley que impera aparentemente en nuestro sistema solar, ya que los cuerpos que lo integran son lo suficientemente densos y masivos como para hacer despreciable otras fuerzas que en cambio en otras condiciones o a nivel galáctico pueden tener más protagonismo, como sucede también a nivel microcósmico, tal es el caso re la radiación como veremos más adelante.

La presión de radiación no sólo es fotónica, nuestro Sol ya manifiesta la importante actividad del viento solar, formado por partículas ionizadas, desde simples electrones, hasta iones que arrastran moleculares e incluso grupos de moléculas.

Los electrones, transportadores de buena parte de la energía desde el núcleo estelar hasta la cromosfera en las estrellas muy activas arrastran masas importantes hasta el exterior. Las estrellas activas  expulsan masas considerables y no sólo de los cuerpos más volátiles, mucho más aún los núcleos activos de las galaxias.

En conjunto, se puede afirmar que la gravitación impera sólo en las áreas del universo relativamente frías como el entorno de nuestro sistema planetario 

Las galaxias espirales y aún más las irregulares activas presentan por si mismas todas las condiciones necesarias para la evolución de la materia y la vida desde los pequeños “big-bang” de los núcleos en su fase activa, hasta un probable caótico retorno de la materia de los brazos al núcleo, la consecuente descomposición de la materia y su transformación en energía y nueva formación de partículas en el “acelerador” de sus núcleos

Las galaxias, si incrementan sus masas nucleares por choques con otras o cuando de forma caótica la materia se concentra sobre sus centros de masas, alcanzan a colapsar incluso de forma  globalmente violenta todo el núcleo, eyectando chorros de alta energía  y materia que se transformarán probablemente en brazos; de forma bastante común se puede dar un proceso que pasaría por las fases: Antes del colapso del núcleo “elípticas”; tras el caos del núcleo “explosivas”; en determinadas circunstancias tras la eyección de la masa del núcleo de forma bipolar “barradas” . Cuando el núcleo ha moderado  su colapso por la pérdida de masa espirales semejantes a la Vía Láctea.

Dependiendo de la dispersión de la masa en los brazos, las galaxias espirales se clasifican en: sa, sb, sc. y otras subclases si son barradas. Pero el auténtico corazón y causante de la forma de la galaxia es el núcleo. Es su masa y densidad lo que determina la evolución de la galaxia. Por tanto, cualquier planteamiento único para la evolución de las galaxias es absurdo; dependiendo la rapidez de su evolución, al igual que en las estrellas, de su masa y de la riqueza del materia en el entorno; sobretodo cuando puede acumular masa por la unión incluso de otra galaxia.

Las galaxias elípticas son en general mucho más estables que las espirales y su diferencia básica es la aparente ausencia de un núcleo denso supermasivo que sea causa de pulsaciones o expansiones drásticas.

Muchas galaxias espirales presentan vestigios históricos de haber pasado por fases muy activas intercaladas con otras pasivas, en función de la concentración variable de la materia sobre el núcleo. Las estructuras espirales  no son nada estables, aunque nuestra propia galaxia lo aparente. Si la materia de la periferia de las galaxias acaba cayendo de nuevo sobre el núcleo o, aún más, si se mezclan con otras galaxias; la concentración caótica de la materia  provoca el colapso de éste y su entrada en una nueva fase explosiva, con la eyección de materia que formará nuevos brazos. Tras la dispersión del núcleo es probable que vuelva a una fase pasiva en un ciclo que puede ser incluso indefinido. Muchas galaxias muestran claras evidencias históricas de una vida muy prolongada por el número de brazos y por la evolución irregular de estos.

LA MASA DE LOS NUCLEOS GALÁCTICOS MARCA LA DIFERENCIA

Los núcleos de las galaxias, cuando sufren acumulaciones caóticas de materia es evidente que colapsan, si bien el proceso puede tener diferentes respuestas. En determinadas circunstancias, parece más probable que el colapso se deba más a la reacción en cadena de supernovas en un medio de altísima densidad de estrellas y de materia interestelar que acrece sobre ellas.

Cuando se forma la primera supernova, desequilibra el frágil equilibrio termodinámico de las estrellas más masivas del entorno.

El conjunto de supernovas que van estallando dispersará las masas  circundantes hacia las zonas más libres de materia a la vez que la materia se enriquece con los nuevos elementos formados, todo ello a velocidades de decenas de miles de kilómetros por segundo, formado probablemente nuevos brazos de galaxia. Cuando la densidad y volumen de estrellas es demasiado elevado, más que la formación de chorros, todo el núcleo estalla originando una galaxia irregular núcleo-activa.

Otra posibilidad, es que el conjunto de la masa colapsada se concentre en un macroagujero negro y se genere nueva materia por efectos relativistas de la radiación desprendida por los polos, como efecto de la acreción de materia a velocidades casi lumínicas. Este modelo justificaría la formación de espirales barradas, por la simetría y bipolaridad de los brazos barrados. De hecho, la observación de nuestro núcleo galáctico en el infrarrojo ha determinado la presencia de una concentración en la radiofuente Sagitario A, de una decena de unidades astronómicas de diámetro. También, de una estructura lenticular de hidrógeno ionizado, además de otros vestigios característicos en los modelos de  actividad moderada de un agujero negro galáctico, que en otros momentos puede haber sido mucho más activo.

La formación de nuevos brazos de materia más joven a partir de una sobreactividad del núcleo galáctico podría incluso justificar la presencia de restos de brazos más antiguos en el halo de nuestra galaxia, de materia mucho más primitiva, si bien la falta de metales en la población II del halo parece justificar la antigua forma elíptica.

 

En otras formaciones más estables, como las galaxias elípticas no gigantes o los conglomerados globulares, parece probable que sea la excesiva concentración de estrellas del núcleo lo que marque las pautas de los límites de masa y concentración. Si no hay agujero negro masivo en el núcleo,  la  concentración de estrellas en el núcleo se limita por la presión exógena a raíz de la formación de supernovas en el núcleo, o más probablemente por la  propia presión de radiación de un núcleo muy caliente, sobretodo cuando las estrellas tienen escaso contenido de metales, como en la población II, lo que mantendría un equilibrio más regular en un sistema que aparentemente debería ser más caótico. 

Las velocidades de expansión de los chorros producidos por el colapso de los núcleos de las galaxias son del orden de decenas de miles de kilómetros por segundo. La formación inicial de los brazos puede durar entre 100.000 y un millón de años, mientras la rotación de los brazos de las galaxias dura entre 10 y 1000 veces más, de ahí las formas de las espiras con relación al núcleo y la juventud de los brazos, en las espirales barradas.

 

POBLACION II, UN UNIVERSO DE GASES DONDE LA GRAVITACION ES UNA FUERZA MAS SECUNDARIA

El extraño comportamiento y formación de las galaxias es difícil de comprender extrapolando los actuales niveles de conocimiento de la física.

La velocidad de traslación alrededor de las galaxias de los brazos esta fuera de todo sentido aplicando sólo las leyes de Kepler.

El hecho de que la velocidad de traslación de la materia aumente hacia el exterior, según la observación, naturalmente en nuestra galaxia, indica que aparentemente la materia de las galaxias gravita más hacia fuera que hacia el núcleo, como si tuvieran un halo externo masivo e invisible… Claro está, que hablamos de nuestra galaxia y fuera del núcleo.

Entre las galaxias espirales, se observan sistemas que muestran un clara expansión de los brazos hacia el exterior, como en las barradas y aún más las explosivas. Por el contrario, hay otras que aparentan estar precipitando sus brazos sobre el núcleo, sobretodo se evidencia cuando éste es un agujero negro manifiesto.

Incluso se observan sistemas híbridos, cuando la materia de los brazos acrece sobre un núcleo ya muy masificado en forma de agujero negro y por los polos se desprende materia eyectada a velocidades próximas a la de la luz.

No obstante, también resulta evidente, que en nuestra galaxia los brazos no se aceleran hacia fuera de forma ilimitada. Llegado un límite, los brazos se doblan y parecen tender a caer de nuevo sobre el núcleo.

Tanto los conglomerados como las galaxias nos indican que existe una fuerza exógena que neutraliza la gravitación endógena manteniendo las estructuras estables en la mayoría de los conglomerados y en las galaxias elípticas.

Al extrapolar las condiciones de nuestro sistema planetario más próximo dominado casi únicamente por la gravitación, es evidente que no se valora lo suficiente la presión de radiación sobre los elementos más ligeros que además son  los más abundantes y forman grandes masas estelares.

Cuando observamos un cometa en las proximidades del Sol, vemos trayectorias diferentes de los elementos componentes del núcleo que nos indican con bastante claridad las leyes que dominan la materia en el Universo además de la magna ley de la gravitación. Los elementos más pesados siguen la órbita kepleriana del cometa y están sometidos principalmente a la gravitación. Por el contrario, los más ligeros y volátiles son expulsados en dirección contraria al Sol formando la cola principal de gas. También, es frecuente la formación de la denominada cola de polvo, mucho más curvada, sometida tanto a la gravitación de sus partículas de masa intermedia como al viento solar.

Si el Sol proyecta hasta la heliopausa los elementos más volátiles, ¿dónde se encuentra realmente la heliopausa del hidrógeno?, elemento que constituye el 90 por ciento de la masa del Universo.  ¿Qué sucedería si dejáramos dos estrellas de la población II a cierta distancia la una de la otra, con energía cinética 0, sin elementos pesados en el núcleo, constituidas por hidrógeno y helio…?  ¿Se llegarían a unir o quedarían separadas por sus heliopausas?

Cuando estudiamos estrellas binarias muy próximas, la paralaje dinámica nos da en general masas estelares muy superiores a las paralajes espectroscópicas medias.

La presión de radiación del Sol a la altura de la Tierra es del orden de un kilógramo por kilómetro cuadrado. En estrellas más masivas,  la presión de radiación no sólo aumenta de forma proporcional a la luminosidad de la estrella, aún lo hace mucho más en función de la dureza de la radiación. En estrellas de tipo B y sobretodo O, la presión de radiación es de 10.000 a 100.000 mil veces superior.

Lo mismo sucede en los núcleos galácticos, donde la presión de radiación se dispara en función de la actividad del núcleo, acelerando la materia hacia el exterior. Es evidente, que en los núcleos activos la presión de radiación supera con creces la acción centrípeta de la gravitación. También, origina el alargamiento progresivo de los brazos y no sólo por la acción expansiva de las supernovas.

 

 

 

LAS GALAXIAS ESPIRALES

Las galaxias espirales poseen núcleos muy masivos, que se comportan incluso como cuásares o macro agujeros negros.

Otro de los planteamientos alternativos a la expansión del núcleo por la explosión en cadena de supernovas es que los núcleos de las galaxias contienen agujeros negros que aceleran la materia que acrece del exterior. Por efecto de aceleraciones a velocidades casi lumínicas, descomponen la materia que acrece y la convierte en partículas elementales que se integran en hidrogeno. La presión de radiación de los núcleos galácticos eyecta el hidrógeno naciente y otros elementos ligeros que escapan en forma de brazos acelerándose hasta que la formación de supernovas y la síntesis de elementos masivos, crea las estrellas y materia pesada de la población I. Sobre la población I, la gravitación es mucho más fuerte que la presión de radiación y los brazos se vuelven “pesados” hasta caer de nuevo sobre el núcleo galáctico finalizando probablemente el ciclo. Cuanto más masivo es el núcleo de una galaxia, más rápido es el ciclo.

Es muy común que los nuevos brazos eyectados se mezclen con los antiguos, como sucede en nuestra galaxia.  La unión de poblaciones hace que la abundancia de hidrógeno y metales de la población I masifique las viejas estrellas de la población II, dominada por el helio, formando áreas de alta formación de supernovas. La súbita masificación de estrellas es característica en muchos cúmulos abiertos.

 

Las galaxias elípticas no poseen núcleo supermasivos y son estables en la población II, de forma semejante a los conglomerados globulares. Dos tercios de las galaxias son elípticas y del otro tercio un 25 por ciento son espirales, mientras el ocho por ciento restante son irregulares, incluyendo las explosivas.

Por tanto, la mayor parte de las galaxias están integradas principalmente por estrellas de la población II. Tan sólo los núcleos del tercio restante de las galaxias parecen contener una estructura masiva capaz de eyectar brazos. La mayor proporción de las galaxias elípticas de la población II y la progresiva menor proporción de espirales y explosivas puede indicarnos un proceso de evolución global, caracterizado en la teoría del big-bang, pero en todo caso se estaría produciendo todavía de forma muy paulatina por la masificación de los núcleos  y no por el colapso general de las galaxias elípticas hacia el disco, un fenómeno por cierto no observado jamás. Pero también, la menor proporción de galaxias espirales y aun más de explosivas, podría deberse a una menor masa original. Es evidente que lo más pequeño en el Universo siempre abunda mas. Muchas galaxias elípticas gigantes, como la M87 aparentan presentar masas mayores que las espirales. Pero, ¿sabemos a ciencia cierta cuan masivos son los núcleos  de las espirales y que masa poseen los agujeros negros de los núcleos de las espirales y aun más de las galaxias explosivas?...

EL HALO, ¿UN ANTIGUO BRAZO?

El halo de nuestra galaxia está formado por un conjunto de conglomerados globulares y estrellas independientes que por característica común tienen la falta de metales y, en consecuencia, del tipo de evolución de las estrellas de nuestro entorno, la denominada serie principal.

Los conglomerados globulares más próximos se encuentran muy lejos. Una razón probable es que son los vestigios de antiguos brazos de nuestra galaxia muy inclinados respecto al plano actual y distante a nuestra altura del nuevo plano galáctico, generado probablemente por nuevas eyecciones del núcleo de la Galaxia. De haberse producido el actual sistema de brazos de la población I, de la que formamos parte, por el colapso de la estructura de una antigua galaxia elíptica, debería haber algunos conglomerados globulares más próximos; si bien como hemos dicho la ausencia de metales en la población II indicaría más su procedencia como antigua galaxia elíptica.

Por otra parte, no pocos conglomerados del antiguo sistema se introducen dentro del plano galáctico actual y subsisten, en teoría después de muchos miles de millones de años desde que tuvo lugar el colapso inicial de nuestra galaxia. El halo de la población II y los brazos de la población I de nuestra galaxia conviven como si fueran absolutamente independientes a la acción gravitatoria mutua.

La única razón pertinente que puede dar respuesta a tal convivencia es la juventud relativa de los nuevos brazos de la población I, los cuales todavía no han ejercido la influencia necesaria para borras los vestigios de la antigua forma de la galaxia.

Las imágenes que nos proporcionan los nuevos medios telescópicos nos hacen ver claramente que todos los cuásares forman parte de zonas de alta concentración de materia de galaxias espirales. Por tanto, las galaxias cuando son espirales han formado metales que han acelerado tanto la evolución estelar, por la abundancia de supernovas, como de la propia dinámica de la galaxia. La formación de metales y progresiva densificación de los núcleos estelares hace que impere mucho más la gravitación y el núcleo de la galaxia gane a su vez masa, eyectando nuevos brazos.

Es probable, que las galaxias espirales sufran una progresiva masificación del núcleo alcanzando la condición de explosivas y a la larga se conviertan en un inmenso agujero negro que reúna la masa de toda una galaxia. Pero los mecanismos de evolución son todavía absolutamente subjetivos. La diversidad que impera en cualquier parte del universo entre el tipo e incluso en la proporción semejante de galaxias induce a suponer que, al igual que las estrellas, las galaxias pueden tener ciclos de formación tanto más duraderos, cuanto menor sea su masa.

Las formaciones visibles de los brazos, depende de la existencia de estrellas y de la transparencia de estos. No siempre está en relación con la cantidad de materia que contiene el brazo. La juventud de un sistema dependerá de la abundancia de materia libre no integrada a núcleos estelares y por la abundancia de hidrógeno.

 

Es evidente, que determinadas galaxias espirales no pueden tener menos de varios miles de millones de años y algunas presentan  una edad y distancia difíciles de orquestar con el Big-Bang. De hecho, la evolución completa de las formas espirales de muchas galaxias formadas en un evidente aislamiento y el que ya formadas puedan llegar a unirse y chocar con otras por efectos gravitatorios, como se observa de forma muy común, indican procesos que requerirían de decenas de miles de millones de años, mucho más tiempo que el escaso margen que proporciona la teoría del “Big-Bang”. En las fotografías del telescopio Hubble de las galaxias más distantes, consideradas como objetos de menos de mil millones de años de existencia, se observan incluso galaxias interactivas.

Es probable que nuestra galaxia y el sistema de la M 31 estén vinculados. De hecho, la M31 se aproxima a nuestro sistema a poco menos de una milésima de la velocidad de la luz. Es probable que estén en órbita y la velocidad radial no indique que lleguen a chocar. De unirse, tardarían con la aceleración mutua pocos miles de millones de años y el sistema sería lo suficientemente inestable como para acabar con la vida en la Tierra en el mismo periodo. Es difícil de explicar, como dentro del modelo del Big-bang ambas galaxias puedan haber evolucionado por separado y en la actualidad puedan estar aproximándose u orbitando.

Todos los astrónomos están de acuerdo que la materia que compone los brazos galácticos es más joven y más rica tanto en elementos más pesados, como en abundancia de polvo e hidrógeno. Si los brazos son más jóvenes, podría indicarnos que  gran  parte de la materia ha “nacido” o se ha formado de la eyección del núcleo, ya sea por el efecto de formación de nuevas partículas a partir del efecto sincrotón o por síntesis producida por las extremadas condiciones del núcleo. Por tanto, los colapsos de los núcleos galácticos podrían ser una fuente permanente de nueva materia que a su vez podría acabar su ciclo de evolución con la reincorporación caótica en el núcleo.

La formación de los elementos más ligeros y sobretodo de hidrógeno se produciría en el núcleo de las galaxias en condiciones extremas y la evolución estelar tendría lugar en los brazos libres ya de la eyección primaria. Las propias explosiones de supernovas y con menor intensidad pero más reiterantes también las novas ayudarían a la dispersaron posterior de la materia que se aglutinaría de nuevo en los propios brazos por efecto gravitatorio. El envejecimiento estelar reduciría las expansiones de las supernovas y todo el conjunto formado en los brazos envejecidos tendería a caer y a concentrarse en el núcleo hasta un nuevo colapso. Si tenemos en cuenta, que en mil millones de años, nuestra galaxia a producido más de diez millones de supernovas y que éstas expanden su masa a más de cien años luz, sólo el volumen de la materia dispersada llenaría con creces el volumen lenticular de nuestra galaxia. La teoría del Big-bang es propicia  tan sólo a las más difusas y complejas teorías como la de Lin, cerrando los ojos a evidencias incuestionables como la formación de brazos galácticos en las galaxias explosivas...

 

 

EL TELESCOPIO ESPACIAL  OBSERVA UN UNIVERSO DEMASIADO VIEJO PARA LA TEORIA DEL BIG-BANG

El universo fotografiado con detalle durante la primera mitad del siglo XX era un universo próximo, donde las galaxias espirales se las consideraba estables por “envejecidas” y más bien eran estables por “pequeñas y próximas”, mientras las distantes eran más activas, pero no por jóvenes sino por masivas o grandes.

Las galaxias más distantes observadas por el telescopio espacial Hubble presentan gran longevidad, incluso con la presencia de galaxias de todo tipo y de población demasiado envejecida según los modelos del propio Big-Bang. Además, cuando se consigue detectar detalles de su entorno, no se contempla  una evolución teórica muy paralela a otras próximas. En los cúmulos de galaxias se observan de todos los tipos, sea cual sea su distancia muestran una diversidad semejante, claro indicio de atemporalidad.  

Según la teoría del Big Bang, todo el universo ha sufrido un proceso  evolutivo paralelo. Las galaxias, por tanto, han evolucionado desde el pasado hasta las formas más comunes actuales, pasando desde quásares originales hasta galaxias muy activas, y las “estables” galaxias espirales actuales, salvo situaciones locales no genéricas.

No obstante, es evidente que las galaxias que nos rodean no son homogéneas y las descubiertas en el fondo del Universo por el telescopio Hubble tampoco. Tanto en el fondo del Universo, como en nuestras proximidades hay de todos los tipos, incluso quásares en  nuestras proximidades no situados en los confines del universo del Big-bang.

El telescopio Hubble ha descubierto que un gran número de quásares son realmente núcleos muy activos de galaxias o zonas de alta concentración de materia que colapsa irradiando energía en muy alta frecuencia. Otros quásares tienen un aspecto estelar, pero probablemente no les son vistos los brazos por la diferencia de brillo.  De hecho, incluso el más típico de todos los cuásares: 3C 273,  aplicando un dispositivo semejante a un coronógrafo  ha permitido dilucidar brazos semejantes a los de una galaxia, oculta por el fulgor del cuásar.

Cada vez son más los cuásares que presentan vínculos concisos con galaxias, mientras sus velocidades radiales son muy distintas.

No pocos astrónomos consideran que los desmesurados desplazamientos  al rojo de sus espectros obedecen a fenómenos fotónicos de muy alta energía y no a sus alejamientos. Algunos quasares presentan chorros muy semejantes a los producidos por galaxias de núcleo muy masivo colapsado. Así, el quásar 3C 273 el más brillante podría ser un cuerpo más del cúmulo de galaxias de la constelación de la Virgen, situado a varias decenas de millones de años luz. En estas circunstancias, la velocidad de expansión de su chorro sería semejante al de otras galaxias, como la M87 de la misma constelación.

APARTE

Correlacionando: las magnitudes de las fuentes, tamaños, desplazamientos de los chorros, se obtiene:

z´= (T/20)*z                  

Siendo z´, la corrección de la constante de Hubble z, en función de la temperatura de la fuente T.

De forma que, una fuente característica de un quasar que irradia su máxima cantidad de energía en el límite ultravioleta/x de 100.000K,  presentaría un desplazamiento al rojo z, 20 veces mayor que una galaxia cuya fuente media de emisión fuera de 5.000K, a la misma distancia.

Naturalmente, las fuentes perceptibles de las galaxias más distantes  son de muy alta energía y entonces se comportan como cuásares, de ahí que los desplazamientos al rojo de las galaxias y cuásares vinculados más distantes sean semejantes.

Es decir, cuando observamos una galaxia distante masiva, la luz que recibimos no es la proveniente del conjunto de estrellas, se trata de la luz “reflejada” por el conjunto de la galaxia que proviene originalmente de la radiofuente principal, cuya emisión es básicamente ultravioleta/x.

Fenómenos parecidos se observan a nivel estelar, cuando la materia interestelar de una nebulosa difusa como la de Orión, por efecto de excitación de una radiofuente estelar muy caliente próxima, devuelve o “refleja” ya dentro de la gama óptica, la energía que recibe de una o varias estrellas supercalientes en forma de radiación de alta energía, fenómeno que explica el porqué decrece el denominado índice de color en las estrellas del tipo 0,  en comparación con las  menos calientes B, cuando tendría que suceder lo contrario...

Fin/c

Las imágenes del fondo del universo del telescopio Hubble, incluso de los observatorios terrestres, descubren sólo las formaciones más candentes del universo: quasares, galaxias activas sólo en las zonas de mayor excitación. Es evidente, que el universo no es tan transparente como se creía. Su fondo se transluce como a través de un vidrio supergrueso y sucio que solo deja entrever las fuentes distantes de mayor energía. Toda la materia menos brillante de 100.000 grados K probablemente no sea visible más allá de 6.000 millones de años luz. El denominado “exceso de color” que afecta a las estrellas a distancias galácticas, forzosamente tiene que afectar en mucha mayor medida de lo que se plantea al universo extragaláctico.

Es probable, que los grandes desplazamientos al rojo de los cuerpos más distantes y por tanto calientes se deban a fenómenos fotónicos hasta ahora no bien comprendidos; ya que la gama óptica de las fuentes proviene más de la materia excitada del entorno, por la radiación dura que recibe; que de la energía irradiada del núcleo colapsado.

Al alcanzar, tanto con el telescopio Hubble, como con los nuevos grandes instrumentos terrestres, las áreas más distantes del universo; se disparan los desplazamientos al rojo de las galaxias más alejadas, lo que se ha traducido como una aceleración producida por un universo “inflacionario”, patente sobretodo  en  los últimos 4.000 millones de años. Para justificarlo, se da por supuesta una materia oscura extraña de naturaleza repulsiva que acelera la expansión del universo en los últimos tiempos.  

Si nos basamos en la observación, tan sólo sería valido dicho planteamiento, si el periodo de inflación del universo de los ultimos 4.000 millones de años se debiera a la formación de macroagujeros negros,  a raíz del colapso final de las galaxias activas y si los agujeros negros muy masivos consecuentes tuvieran la propiedad de ejercer una acción antigravitatoria por radiación de partículas muy activas. La expansión sería  creciente por el progresivo número de galaxias colapsadas en macroagujeros negros.  Pero, intentar justificar la presencia de materia “extraña”  que no interacciona pero si “antigravita” con la materia ordinaria es demasiado teórico…

Tanto la anciana teoría de la fatiga de la luz, como cualquier otro planteamiento que diera una respuesta distinta al efecto doppler de los desplazamientos al rojo espectrales, serían argumentos perfectamente válidos e intuitivos, al acelerarse los efectos de desplazamiento al rojo por el incremento de la distancia. No obstante, pocos astrónomos están dispuestos a aceptar una solución sencilla que afecte a las bases de la cosmología más aceptada: la del Big Bang, En este caso, el planteamiento más compatible con la observación es la vieja y apartada teoría de la fatiga de la luz, por el progresivo agotamiento fotónico que se incrementa progresivamente con el aumento de la distancia, teoría que choca, pero quizás sólo aparentemente, con la paradoja de Olbers; si bien en tal caso, el universo actual podría ser perfectamente “blanco” como predice la paradoja de Olbers, pero a 3 K…   

CONCLUSIONES:

El proceso de Big-Bang es una teoría aceptable, pero no tanto a nivel global de todo el universo perceptible, lo que crea desproporciones en el tamaño global del Universo y su edad.

La evolución de las galaxias, indica que los quásares serían estados finales de la evolución de los sistemas espirales, por acumulación de la masa en un agujero negro central y no estados iniciales de cuando la masa del universo se dispersó, pasados 300.000 mil años desde el Big-Bang.

De tener lugar un proceso global de formación de galaxias, sería más probable que sucediera a nivel de cúmulo de galaxias. Aceptando un estado inicial de máxima concentración de materia, ésta se expandiría hasta alcanzar el estado de dispersión de masas capaz de permitir la liberación de los fotones.

Según se observa en nuestra propia Vía Láctea, la dispersión de masas formaría primero un gran conglomerado de estrellas en expansión que se concentrarían de forma local en grupos y cúmulos de estrellas de la población II, hasta integrarse por efecto de la gravitación en grupos mayores, alcanzando el tamaño de galaxias elípticas gigantes. Si el núcleo se incrementa, al final acabarán colapsando en una galaxia núcleo activa. Con la actividad del núcleo, se generan los brazos y la formación de estrellas de la población I, si bien todo el proceso no sería simultáneo para todo el grupo de galaxias.

La formación de la población I, precipitaría la aglomeración del núcleo y a la larga la formación de macroagujeros negros galácticos. La aglomeración de estos, precipitaría la formación de un macrocúmulo en condensación, que acabaría colapsando, hasta iniciar de nuevo el ciclo, si bien tampoco sería necesario alcanzar niveles de concentración tan elevados, como preconiza la teoría del Big-Bang. 

 

 

 

 

 

 

 

 

C. de T.&.

 

 

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