EL DIFICIL LÍMITE ENTRE LA MATERIA Y LA ENERGÍA

Siempre ha habido discusión sobre la naturaleza de la luz o la radiación electromagnética.

Newton planteó que la radiación era corpuscular, mientras Huygens consideraba que era ondulatoria, Maxwell ondulatoria electromagnética y Einstein, de nuevo, en corpuscular pero además electromagnética.

¿Quien tiene razón?... Probablemente todos, o nadie...

El problema básico se encuentra en como conceptuar la materia y la energía y ¿cual es el límite de cada una de ellas?.

Si la luz y la radiación es corpuscular, evidentemente los corpúsculos son fotones, es decir, partículas de alguna forma materiales, aunque su masa sea inexistente o despreciable.

Si se trata de ondas, podría interpretarse mejor como energía transmitida de forma convectiva a través de una “masa” interpuesta, como sucede en las ondas producidas en un estanque cuando echamos una piedra, que será la transmisora de la energía inicial y la onda será la producida por el desplazamiento de la masa de agua. Por tanto, cuando sintamos el toque de la onda a cierta distancia, las moléculas de agua que nos golpean no serán las mismas que han sido desplazadas por la piedra, pero si que habrán transmitido la energía de unas a otras. Las moleculas de agua serán distintas pero transportarán la energía, de ahí que el concepto de energía sea más adecuado al de transmisión de fuerza y el de materia al de masa que interacciona con nuestros sentidos o con nuestros aparatos tecnológicos.

Naturalmente, pueden haber otras muchas definiciones de materia y energía y pueden ser tan discutibles como esta.

De hecho, cuando se dice que e= m* c^2 se indica que la masa y la energía tienden a identificarse como una cosa muy semejante. Como si la materia fuera una jaula que encerrara una gran cantidad de energía. Si la jaula está cerrada sería materia y si se abre y deja escapar a un supuesto “super-fluido” la jaula o materia desaparece y aparece la expansión de su contenido, el super-fluido, la energía.

Nosotros vamos a seguir más con el concepto que nos parece más sintético más extrapolable a cualquier fenómeno: el que la energía es el potencial de interacción, es decir, el desequilibrio termodinámico, o, incluso, el desequilibrio de cualquier fuerza. Mientras la materia es lo que se traduce en las consecuencias de la interacción con nuestros sentidos o sentidos tecnológicos. Por tanto, nosotros somos un conjunto interactivo de materia que percibe otras interacciones en forma de materia y que debe adaptarse a esa situación para sobrevivir mediante la percepción y respuesta adaptativa a ese medio material inestable por sus desequilibrios energéticos.

Por tanto, cualquier desequilibrio, por ejemplo, termodinámico será cuantificable en su intensidad por la cantidad de energía que pueda manifestarse al recuperar el equilibrio en forma de materia.

Un ejemplo comprensible es el del aire en movimiento que percibimos como viento. El desequilibrio termodinámico de la atmósfera en forma de depresiones o desequilibrios energéticos, con una cantidad de energía potencial acumulada que se medirá en bares o ahora en hecto-pascales crea borrascas o incluso huracanes que se manifiestan en masas de aire en movimiento es decir en materia en forma de viento que es capaz de derribar hasta los edificios.

La borrasca podrá ser definida como: unidad material, partícula o cosa que interacciona como materia dentro se su campo, retículo, o área de interacción.

La estabilidad o permanencia de la materia siempre dependerá, por tanto, de las condiciones del medio o campo de interacción. Así, las partículas elementales o sus agrupaciones en átomos y moléculas pueden tener una permanencia o estabilidad extremadamente variable. El mismo proceso es aplicable al macrocosmos. Cualquier forma de materia, su magnitud o masa, será consecuente al desequilibrio acumulado en el campo, retículo o espacio interactivo. Será la respuesta material al potencial de desequilibrio termodinámico o energético acumulado en la zona. Esa respuesta puede ser definida también como pulsación material, aplicable a cualquier escala espaciotemporal.

Volviendo al tema de si la luz si es onda o partícula. De forma simple y eludiendo consideraciones más secundarias, no hay forma de considerar de forma racional que una partícula siempre se desplace a la misma velocidad independiente de la intensidad, si no es por el propio concepto de onda de interacción. La velocidad de desplazamiento de las ondas, sin causas externas que las estimulen, depende de la densidad del fluido por donde se desplazan, ya sea la velocidad del sonido en el aire de 240 metros por segundo, ya sea la velocidad de la luz en el espacio de 300.000 Km/s. Por tanto, en este sentido hablaríamos de la luz ondulatoria de Huygens o Maxwell.

Otra cosa es dentro del retículo o espacio de interacción. En el caso del sonido, el espacio entre molécula y molécula del aire. En ese espacio, es evidente que cada molécula interacciona como corpúsculo material con la siguiente, por tanto, en ese sentido también es corpuscular y mantiene las constantes físicas corpusculares.