GRAVITACION, LA NUTRICION EXTERNA DE LA MATERIA 3

El universo de la gravitación o de reacción agrupa las masas

Fuera de las condiciones de alta concentración de energía (núcleos estelares o de galaxias donde se ha formado), la materia tiende a desintegrar o escindir sus núcleos atómicos, desde muy rápidamente en los elementos muy masivos o radioactivos, hasta de forma muy lenta en los elementos más ligeros.

Por tanto, fuera de las condiciones ideales donde se crea, la materia se destruye o desintegra aunque sea de forma muy paulatina.

Para conservarse requiere mantener el máximo equilibrio termodinámico, absorbiendo energía que puede provenir de la escisión del propio núcleo o intentará obtenerla de las esferas o campos de interacción exteriores inmediatos: campo electromagnético y éste a su vez del campo fotónico-gravitatorio. Por tanto, en las áreas frías del universo la materia para conservarse requiere “nutrirse” de energía proveniente en su interacción mas externa del plasma fotónico-gravitatorio, en función directa de su cantidad de materia o masa integrada.

Por tanto, la materia requiere “calor”, como si fuera un organismo vivo; calor-cinético que permita recargar y mantener la propia estructura o equilibrio de masa, aunque sea de la forma mas pobre “la nutrición externa”, la gravitación...

La absorción del plasma de fotones produce el desequilibrio o distensión del campo de fotones de forma proporcional a la masa, siendo la intensidad de distensión o “tensión de campo” en cada punto del entorno inversa al cuadrado de la distancia de dicho punto y a la masa acumulada.

La distensión o absorción del campo fotónico producida por la masa queda bien interpretada de forma tensorial, pero no se trata de la distensión del espacio- tiempo, sino simplemente del campo fotónico. Aunque pueda interpretarse aparentemente como distensión del espacio-tiempo, el tiempo es independiente como veremos y lo variable es el espacio de interacción que no la distancia lineal, lo que lleva al error de considerar la velocidad de la luz como invariable cuando lo invariable es dentro de la distensión producida por la masa el número de interacciones de los fotones y el periodo entre ellas.

Como es lógico, cualquier masa importante, como la de la Tierra absorbe el campo de fotones, tal distensión absolutamente simétrica debería impedir o por lo menos dificultar en gran medida la observación de un “viento de cara lumínico” dentro del experimento de Michelson y Morley. De hecho, incluso también lo impediría la interpretación relativista de dicho fenómeno como efecto de la distensión del espacio-tiempo. Sería como intentar ver la dirección externa de la marea dentro de un profundo remolino.

Las fuerzas o interacciones de la naturaleza se mezclan. Incluso en el universo frío, donde predomina la gravitación, los cuerpos radian energía fotónica por la pérdida de energía de los núcleos o, incluso por la perdida de energía de los electrones, si bien el balance entre la energía absorbida y desprendida tenderá a ser negativa en el universo frío y positiva en las áreas calientes.

Por ejemplo: como hemos dicho a la distancia que la Tierra se encuentra del Sol todas las partículas más pequeñas que una décima de milímetro son expulsadas por la presión de radiación, dado que el vector de gravitación es menor que el de presión de radiación. A la distancia de Júpiter, cinco veces mayor, el equilibrio entre gravitación y radiación afecta a las partículas de una micra de diámetro.

Por tanto, en las proximidades de las estrellas la mayor influencia de la gravitación sobre la radiación depende de la densidad y tamaño de las partículas de materia del entorno.

Naturalmente, las partículas más elementales escapan de la estrella en forma de radiación o, incluso, siendo ya mayores por la presión de radiación; mientras que, en función inversa, cuando la masa acumulada en la partícula las hace más inmunes a la expansión se verán sometidas de forma creciente a concentración gravitatoria.

Este fenómeno queda patente en el comportamiento de los cometas y la oclusión de fuerzas que actúan sobre el núcleo en función de su distancia al Sol. Mientras la gravitación sobre el conjunto de su masa lo hace atraer y orbitar; cuando se aproximan al Sol, desprenden distintas colas en función del tamaño de las partículas de la superficie y de su naturaleza, ya que la gravitación del reducido núcleo cometario sobre ellas es débil. La radiación arrastra en dirección contraria al Sol la cola principal, mientras la cola de polvo se curva entre las dos fuerzas imperantes atracción-órbita y expulsión-radiación...

La materia-energía, por tanto, tiende a agruparse sobre los núcleos fríos y a escaparse de las fuentes de energía como las estrellas. La acumulación progresiva de masa sobre la materia fría podrá hacer que dicha masa se convierta en circunstancias propicias en una estrella y se genere un nuevo centro de expansión de energía. Este proceso general que equilibra las interacciones del universo podría denominarse pulsaciones de la materia y energía donde la expansión principalmente fotónica se compensa con la “impansión” o concentración gravitatoria.

La gravitación es, como hemos dicho, la forma más externa de absorción de energía e impera en función directa de la masa acumulada.

Las masa de la Tierra de alguna forma devora energía de los cuerpos que se depositan sobre su superficie. Los comprime y aplasta para “extraer su jugo energético”, es decir calor.

Una montaña aplasta su base introduciéndola en el manto proporcionando al núcleo calor de auto-gravitación, de ahí que en nuestro planeta , por su masa mayor y más candente, las montañas no se eleven como las de Marte más allá de los 10.000 metros de altura.

Este fenómeno todavía es mucho más evidente en las estrellas, con masas miles de veces superiores a las de la Tierra.

Su aplastamiento termo-gravitatorio alcanza la fusión nuclear, sobretodo porque sus grandes masas no son residuales y tienen los componentes más abundantes del Universo: hidrógeno, helio…

Uno de los problemas que plantea la ciencia del conocimiento del Universo es la universalidad de las leyes que imperan sobre nuestro entorno y que nosotros exportamos al resto del Universo. En nuestro sistema, la gravitación es ¿una constante…? En nuestro sistema planetario lo es bastante, incluso es aplicable con elevada probabilidad de ajuste a los sistemas estelares próximos, pero no lo es aparentemente a la mecánica orbital de las galaxias.