ORIGENES HISTORICOS DEL PENSAMEINTO Y LA FÍSICA


Los cordados tenemos un sistema nervioso centralizado y un cerebro, lo que nos permite guardar experiencias para no tener que sufrir de forma repetida los mismos problemas de adaptación al medio.

El concepto de espacio es el orden más básico que creamos por comparación a experiencias anteriores guardadas en la memoria. Es importante, porque nos previene de la proximidad al peligro. Los humanos, lo aprendemos de niños cuando relacionamos principalmente el sentido del tacto con el de la vista, cuando empezamos a manipular objetos una vez nos hemos erguido.

El concepto de tiempo es más complejo. De forma básica, nos indica el orden de las experiencias y como relacionarlas entre si cronológicamente.

Nadie nos ha enseñado el orden del espacio ni del tiempo, como tampoco a auto-representarnos las formas, los colores, en suma los cuerpos que constituyen nuestro universo. Lo que si que está claro es que nuestro universo equivale en sus contenidos al de otras personas cuando intercambiamos conceptos mediante el lenguaje.

Los conceptos que definen las equivalencias entre nuestro universo y el de otros son las palabras. En los homos sapiens, las palabras nos permiten compartir experiencias para facilitar nuestra supervivencia.

El conjunto de palabras o conceptos que permite comunicar nuestras equivalencias básicas: espacio, tiempo, cuerpos de materia o de energía y sus interacciones o fuerzas es la física.

Por tanto, la física tiene por finalidad crear un orden de equivalencias básicas o fundamentales que pueda ser comprendido de forma común y que facilite la adaptación al medio; por ejemplo, mediante la tecnología.


Los conceptos de materia y energía

El concepto de materia se vincula básicamente al de cuerpo, partícula o contenedor de energía, mientras el concepto de energía al contenido inmaterial de las partículas; también a la fuerza de interacción, en suma la “substancia cartesiana” que mantiene y equilibra las formas de materia en el universo.

Causas y efectos

El universo, conjunto de equivalencias o conceptos de cada persona, se ordena de forma cronológica e histórica por causa y efectos, siendo las causas los fenómenos o interacciones que anteceden a los efectos.

Por tanto: si una causa puede generar varios efectos y un efecto nada más que puede tener una causa. En un orden cronológico, el número de causas será menor cuanto más primitivas, teniendo como límite una causa fundamental.

Descartes planteó en su momento unas bases sintéticas del pensamiento, que en la mayoría de aspectos, superan con creces el desorden cognitivo del pensamiento analítico moderno.

Descartes considera además a la ciencia como una única materia integrada que no puede atomizarse en un cúmulo de especialidades aisladas. De alguna forma, niega la utilidad cognitiva del pensamiento analítico, ya que quedará aislado de una visión integradora y podrá derivar con facilidad hacia el absurdo. De hecho, Kant niega la auténtica existencia del pensamiento analítico, sin duda ambos tienen bastante razón, ya que la propia evolución del pensamiento es consecuencia de la evolución neural basada en la destrucción de las neuronas menos utilizadas por no ser versátiles. Por tanto, la base de la evolución del pensamiento no es conocer más, sino conocer menos, pero mejor. Es decir, substituir las experiencias aisladas por conceptos agrupadores, de ahí la gran utilidad integradora del área del habla para ordenar y sintetizar en conceptos el sinfín de experiencias aisladas.

Es por tanto el habla el gran logro evolutivo del homo sapiens y con la posterior tecnología de la comunicación del habla, mediante el lenguaje escrito (homo sapiens- sapiens), la capacidad de hacer perdurar y comunicar el habla más allá del propio contacto boca-oído.

La historia del pensamiento científico es, por tanto, la propia historia del pensamiento y su forma de comunicación. La gran revolución del pensamiento escrito sobreviene con la creación del lenguaje alfabético. Originalmente, tiene como todas las cosas un interés pragmático: el lenguaje alfabético permite escribir cualquier palabra aun no sabiendo su significado previo, mientras que tal cosa no es posible con un lenguaje ideográfico.

Si intentamos comerciar con una tribu y nos dicen señalando a un coco “braca” nosotros podremos guardar de forma escrita y perdurable “braca” = coco.

En sucesivos encuentros, con nuestro pequeño diccionario podremos cambiar “braca”, es decir coco, por cualquiera de nuestros productos, creando dos condiciones fundamentales: un comercio simbiótico y por tanto amistoso con otras poblaciones y, sobretodo, que todo lo hablado o pensado puede ser escrito y comunicado intercambiando experiencias.

El gran pueblo comunicador comerciante de la antigüedad fue el fenicio y, por tanto, el principal impulsor de lenguaje alfabético. Si bien, las culturas orientales estaban más arraigadas y evolucionadas, siempre tuvieron que ralentizar su evolución a las limitaciones de los lenguajes ideográficos.

En Egipto, ya existían unas condiciones intermedias de evolución de la comunicación o, lo mismo, del pensamiento; gracias al lenguaje escrito jeroglífico, pero con mayores limitaciones consecuentes de abstracción.

La difusa y probablemente confusa historia antigua nos habla de la ciudad de Mileto y sus primeros filósofos: “Tales, Anaxímenes y Anaximandro”. Pero, se trata de la historia de Aristóteles y como el resto de la historia sometida a filtros…

De cualquier forma, los componentes básicos de dicha historia o, quizá, fábula son coherentes, lo que nos permite suponer que la escuela jónica de Mileto pudo unir el fundamental lenguaje o pensamiento alfabético con el comercio de la información que hizo posible importar avanzados conocimientos de Egipto y, quizás, algo del pensamiento oriental.

Naturalmente, grandes ideas y pensadores, quizás insospechadamente sublimes, deben haber existido, pero el legado escrito y verbal se ha perdido como casi siempre, al no haber estado en la casi inaccesible cresta del poder.

La obra de Aristóteles tuvo la fortuna de formar parte del séquito y pensamiento de Alejandro Magno, ya que el filósofo fue uno de los maestros más influyentes del macedonio.

Como consecuencia, la obra de Aristóteles se perpetuaría en el no tan efímero imperio de Alejandro, ya que si éste vivió poco, sus generales fundaron diversas dinastías bastante ilustradas: seleucida-partia, ptolomea... que han sido las herederas del pensamiento aristotélico, uno de los más influyentes en la cultura no sólo occidental.


LA BIBLIOTECA Y ESCUELA DE ALEJANDRIA

Con la ocupación de Egipto por Alejandro y el posterior origen de la dinastía de los ptolomeos con Ptolomeo I Soter, se crea el gran banco de información de la Biblioteca de Alejandría que suma al polivalente lenguaje alfabético, la aportación de la evolutiva escuela griega de ciencia, sobretodo cuando Marco Antonio compensa los textos perdidos años antes en el incendio de la gran biblioteca, durante la contienda de Cesar y Ptolomeo XIII, con la aportación de los textos traídos de Pérgamo, llenos de la obra de Aristóteles.

Desde entonces, Alejandría fue la biblioteca-universidad del mundo antiguo, donde los alumnos de las clases pudientes estudiaron y al mismo tiempo aportaron casi todo lo que conocemos de la ciencia antigua.

La biblioteca de Alejandría, como todos los establecimientos perdurables, tenía sobretodo una utilidad práctica comercial; almacenaba y vendía información científica útil, en particular matemática y astronomía aplicada: calendarios agrícolas, cartografía, náutica y sus costosos utensilios de navegación, además de aparatos y técnicas quirúrgicas y cuanto pudiera ser útil para la supervivencia humana.

Como de costumbre en la historia, el eclesiástico-emperador Teodosio I impuso su nuevo y filtrador orden basado en la destrucción de la cultura crítica, es decir, la ciencia.

La biblioteca de Alejandría dejó de existir, como lo había sido antes la de Asurbanipal, como muchas otras que incluso desconocemos, tanto en Occidente, como en Oriente, de ahí que la ciencia haya sido tan efímera.

Justiniano I volvería a hacer lo mismo. El poder político divino o casi divino, que lo es con el auxilio de la religión o, en la actualidad, con el partido político pertinente, debe idealizar a la población para “liberarla” del sentido crítico del pensamiento científico

Como siempre, el comercio ha sido el menos malo de los intercambios culturales humanos y la ciencia tecnológica, como producto comercial útil y liberador ha sido más evolutivo que su manipulable lastre, la filosofía.

C. de Torres