LOS RECIENTES HALLAZGOS ASTRONAUTICOS INDICAN QUE VENUS PUDO ALBERGAR VIDA HACE MENOS DE UN MILLON DE AÑOS


LA VELOCIDAD DE GIRO DISTINTA DE SU NUCLEO TODAVIA RAPIDO Y DE SU SUPERFICIE CASI ANCLADA CON EL SOL PUEDE EXPLICAR SU ELEVADA TEMPERATURA Y EXTREMADA IONIZACION, ADEMAS DEL SORPRENDENTE FUERTE FRENADO DE SU ROTACIÓN


Venus se encuentra en una situación muy anómala en comparación al resto de planetas de nuestro sistema solar. Es probable que Venus se haya anclado al Sol, por lo menos su superficie de forma reciente y su núcleo todavía gire a la velocidad histórica de la antigua rotación del planeta, quizás próxima a 24 horas en su origen.

El fenómeno de anclaje de los satélites o planetas cuando quedan atrapados de forma sincrónica los movimientos de rotación y traslación es un proceso probablemente corto y violento, en el caso de Venus, por la diferencia de rotaciones entre las mediciones de la sonda Magallanes y la Venus Espress, podría ser incluso inferior a un millón de años, un proceso muy rápido en términos astronómicos.

Cuando la sonda europea Venus Express alcanzó a nuestro planeta vecino, se vio que el meridiano previsto para la zona de observación, según la velocidad de rotación obtenida con la sonda Magallanes se había desplazado nada menos que 20 kilómetros. Tanto los análisis realizados con la sonda Magallanes a primeros de los años 90, como los más recientes con la sonda Venus Express daban valores demasiado distintos sobre la rotación del planeta para que se debieran a errores de observación. En términos astronómicos, los cambios tan radicales en la dinámica de un planeta resultan desconcertantes, de ahí que se hayan pospuesto respuestas hasta nuevos análisis.

De cualquier forma: el fuerte frenado de la rotación, la extremada ionización de la superficie del planeta, la elevada temperatura sobre la media de albedo que le corresponde, coinciden casi de forma inequívoca con la teoría del fenómeno de anclaje reciente del planeta con el Sol.

Por otra parte, ya las sondas Venera rusas descubrieron que la atmósfera del planeta era mucho más joven que la terrestre debido a la mayor presencia de isótopos radiactivos.

En el anclaje de un planeta, si tiene una masa considerable y por tanto fluida por la elevada temperatura interna, la superficie del astro queda fijada antes a la atracción del Sol, mientras el núcleo retrasa su rotación sincrónica por su mayor densidad.

En general, los planetas presentan una separación entre el polo magnético y geográfico que indica una elevada independencia entre la rotación del núcleo y de la superficie, lo que se debe a la mayor fluidez de las capas intermedias. En el caso de Venus sería extrema, lo que indicaría que su núcleo se encuentra probablemente en fase de adaptación al anclaje general del planeta con el Sol. Estas circunstancias generarían una elevada fricción interna entre las capas que hace que su temperatura doble en grados kelvin la que debería tener por su distancia al Sol, además de presentar una extremada ionización consecuente, puesta de manifiesto sobretodo por los recientes hallazgos astronáuticos.

El modelo matemático podría ser coherente para un diámetro del núcleo inferior a 4.000 kilómetros que rotase en unas 50 horas.

La perdida de energía calórica tan intensa podría traducirse en un ligero frenado orbital que haría que su rotación externa sea por el momento ligeramente retrógrada, tal como se observa.

De hecho, en nuestro planeta, aunque en mucha menor medida, se observa un fenómeno semejante: el núcleo gira, además de en un plano distinto, a una ligera mayor velocidad que la superficie. Por suerte, el fenómeno de anclaje con el Sol en nuestro planeta es mucho menos intenso, gracias a la fuerte influencia gravitatoria de la Luna que independiza la perturbación gravitatoria de ambos astros, tal como se observa en las mareas. Por tanto, todavía deberán pasar muchos cientos de millones de años para que nuestro planeta quede en las dantescas condiciones de Venus.

Lo que resulta más relevante, es que en un pasado no muy distante, incluso con la presencia del homo hábilis en la Tierra hace sólo un millón de años, nuestro vecino planetario más próximo pudo albergar vida, en unas condiciones no demasiado diferentes a las de la Tierra.

Teniendo una órbita semejante a la actual, que incluso podría ser algo más exterior, suponiendo que tuviera agua abundante como la Tierra, el cálculo nos indica que Venus debería haber presentado un albedo próximo al 50 por ciento dada una mayor evaporación, lo que podría generar una temperatura media algo superior a 30 centígrados, un ambiente caluroso pero soportable para la vida. Es evidente, que el modelo es criticable pero, sin duda, posible...

¿Pudo tener Venus una civilización avanzada, que tuviera que abandonar su planeta para alcanzar el nuestro antes del desastre final...? El análisis genético nos indica que somos “parientes” de las otras especies terrestres. Pero el tema da para fantasías de ficción algo menos disparatadas.


Carlos de Torres,

presidente de la Sociedad Astronómica de España y América