NO APARECE OUMUAMUA, 2017 U1
¿LA “NAVE EXTRATERRESTRE” ACELERÓ Y SE FUE, O LOS RESTOS DEL MAS PROBABLE COMETA DESCOMPUESTO SE HAN EXTINGUIDO?
Cuando su posición teórica permitía su seguimiento, ni el telescopio espacial Spitzer, ni otros medios astronómicos han conseguido detectar a Oumuamua, el asteroide o más probable cometa 2017 U1, el misterioso astro del que se han hecho un sinfín de conjeturas.
La más atrevida, incluso elaborada desde organismos serios como Harvard, es que se puede tratar de una nave exploradora extraterrestre que se ha ido una vez analizado nuestro sistema solar y, por tanto, ya no es localizable ni con los mejores telescopios.
Nosotros, creemos que se confirma nuestro planteamiento de que se trata de un cometa acelerado y descompuesto tras su paso por el perihelio.
PANSTARRS 2017 U1, ha sorprendido y sigue sorprendiendo a la comunidad astronómica mundial al ser el astro cuya energía cinética es con mucha diferencia mayor que la potencial, además de mostrar una velocidad auto-acelerada.
Tras su descubrimiento, el cometa presentó una órbita superhiperbólica de excentricidad e= 1.189 muy superior a cualquier otro precedente de origen natural.
A primera vista, se trataría de un cuerpo proveniente de otro sistema solar, dada su elevada velocidad, independiente a la de atracción del Sol.
Ante estas circunstancias, según describíamos en las anteriores notas, la imaginación podía generar múltiples respuestas. ¿Podría tratarse de un una sonda interestelar propulsada por otra civilización, tipo Voyager o Pionner, recubierta de moléculas heladas atrapadas en su multimilenario viaje?; su pequeño tamaño nuclear podría hacerlo posible, además de su supuesta e integrada alargada forma y, ahora, su inesperada desaparición.
Decíamos también, que la probable respuesta al misterioso astro proyectil, de pequeño tamaño: H=22, es que se trataba de un micro-cometa de ¿400 metros de largo por 40 de ancho?, eso si se tratara de un sólo cuerpo..., según las mediciones de radar de Arecibo y Goldstone, cuyas imágenes reales en nada se parecen a las idílica representación artística que se ofrece por Internet.
El problema fundamental, es que fue descubierto a principios de octubre de 2017, casi un mes después de su paso por el perihelio, el 9.4 de setiembre.
De inmediato, se reclamaron posibles observaciones anteriores, como es lógico sin resultado, ya que lo más probable es que su órbita previa al perihelio fuera casi parabólica, por tanto distinta a la actual y, en consecuencia, impredecible.
Lo más lógico, es que cerca de su perihelio a 0.25 U.A., o lo que es lo mismo a 38 millones de kilómetros del Sol, el cometa recalentado tuviera una violenta erupción que lo propulsara como un globo que se desinfla a una órbita hiperbólica, además de someterlo a un alargamiento del núcleo y probable escisión múltiple, de ahí su alargada forma semejante a la de los inicios del rosario de cometas Shoemaker-Levy 9 que se estrellaron contra Júpiter en 1995, si bien este último astro fue frenado por Júpiter al traspasar el límite de Roche y no acelerado por los jets del propio cometa como ha sucedido probablemente en el 2017 U1.
El astro ha desaparecido, siendo lo más probable su descomposición al sublimarse sus restos descohesionados tal como describíamos.
El objeto ha sido catalogado, con más ganas que rigor de abrir un nuevo capítulo en la astronomía, como: 1I/2017 U1, El 1I indicaría interestelar 1, el primer astro menor interestelar descubierto hasta ahora. Es muy probable que se tarde mucho en descubrir el segundo, dada la ausencia de razones científicas que demuestren su identidad real.
Por tanto, lo más probable es que sigamos sin ver ningún astro “autopropulsado o simplemente propulsado”. Es evidente, que muchos cometas perturbados por la gravitación de otros cuerpos de nuestro sistema escapan al exterior con órbitas ligeramente hiperbólicas.
Pero, ¿por qué no se observan órbitas hiperbólicas de llegada..? A esta pregunta debemos sumar otra que nos dará la solució: ¿Por qué las órbitas casi parabólicas son de origen cometario…?
A primera vista, podríamos decir que probablemente todos los cuerpos menores que viajan lejos de las estrellas se convierten en cometas, al atraer sobre si, durante su extremada permanencia en el espacio exterior, material interestelar naturalmente helado ya sea de forma gravitatoria o, incluso, ¿electromagnética?, lo que justifica la ausencia de asteroides puros casi parabólicos.
Por otra parte, el incremento de masa por acreción de material interestelar, frenaría la velocidad inicial hiperbólica del cuerpo hasta la casi parábola, al mantener la energía cinética inicial en la nueva masa incrementada.
Por tanto, lo más factible es que las sondas Pionner y Voyager y quizás otras extraterrestres, con el tiempo, acumularán masa helada a medida que se frenan y se transforman en núcleos de cometas casi estáticos en el espacio interestelar, a la espera improbable de que el juego de las mutuas perturbaciones con otros cometas las saque en millones de años de su letargo y, con muchísima suerte, alguna pueda alcanzar otro sistema solar o más probablemente el nuestro, sublimando sus hielos si se aproximan a una estrella en forma de una vistosa cola, que las hará tan comunes como cualquier otro cometa de órbita casi parabólica. Podría ser interesante “pelar” algún cometa para poder ver si hay algo dentro, si bien en la infinita gran mayoría de los casos sólo habría hielo y con algo de fortuna alguna roca.
C. de T.